y las ramas el pueblo
La raíz sería la historia
abajo la tierra se abre
para tragarnos los sueños.
Tu despedida invoco los recuerdos de mi infancia
Ahí estaban aun tan vividos
Tan claros
Como si estuviera regresando al patio de la abuela
Posando mis pequeños pies sobre las baldosas negras
Puedo ver dos jaulas con canarios que cantan sin parar
Y soy una niña ahí atropellando torpemente las macetas con mi triciclo
En un patio que fue el universo de mi libertad
Pasando el tiempo en las hamacas de hierro blancas,
meciendo las horas que a esa edad no son horas
Puedo sentir el olor a las tostadas con dulce casero en la hora del té
Todo en sus manos arrugadas y bondadosas
Todo en ella
Ese patio en las navidades nos vio cantar juntos
¿Recordás?
Vos tocabas la guitarra y yo cantaba a tu lado,
Ahí crecí con la melodía cerca
Y el amparo del amor
En el horno de barro que había al costado
También se cocinaban encuentros,
Cada rato se habitaba con tonadas,
Parece que los veo a todos al rededor de esa mesa larga que a veces acaparaba al patio
Estoy ahí corriendo, jugando a pasar por debajo,
Me persiguen dos pequinés,
Mis amigos en esa casa por esos tiempos,
Cada imagen es perfecta.
Pero ahora se me nubla un poco la mirada,
Sé que no voy a volver a verte,
esto es añoranza,
Me llora en los ojos la nostalgia.
Como una luz que se va apagando
Entré con mi cuerpo en la oscuridad
Ni las sombras
Ni los ecos
Todo estaba atrás
Enmudeció el universo
Sobre el cielo un destello
Frío y silencioso
Una cuchillada
Un secreto
no hay más nada
No hay de mí
Cae la tarde y estoy en la orilla
hablándole de vos al mar
me siento una niña otra vez
con la voz anudada
en la metáfora extrema del sentir
jugando con mi pelo
enebro palabras al viento
arrojo la pena que cargo en mis brazos
en un símbolo de entrega
como un ritual
al encuentro de las olas
he soltado este capricho
las deidades me oyen suplicar
entro al mar derrotada
va meciendo mi cuerpo
es tarde para nosotros
lo sé, la piel me advierte
ya soy tuya
y este amor errático
adolece
Bajé de mis pies
alejándome
Miré hacia arriba
la luz se colaba entre las ramas
un sonido lejano me desenfocaba
mi mente podía salir
bailar
correr
gritar
hasta caer
recordé quién había sido
pude sentirlo
un vuelo fugaz
apenas un soplido
desapareciendo